DONDE HABLO DE DISTANCIAS

Estoy a un paso de distancia

de llegar a la distancia donde mi paso

podrá decir:

he aquí la Vida.

Camino con entretelones de sueños

sin calmar los sueños de mis entretelones

por no ser mago

dueño de la risa.

Mis Teslas carecen de todo movimiento

y el movimiento mío no es un Tesla

sino un adarme

de mal pesaje.

Lástima no estar en el refugio de mis dos amigos

donde yo sería también un tercero sonriente

como ellos cumplidos

de distancias verdes.

¿Qué hacer entonces?,

pregunto a mi alter ego

si me escasean

las veredas.

           Madrugada del 22-XII-2023

EL ESCRITOR COMO AUTOR DETRÁS DE CADA LIBRO

El proceso de escritura de los géneros de ficción (novela, cuento y poesía) pasa por ciertas etapas que para simplificar e ilustrarlas podemos resumirlas de la siguiente manera:

1ª Nace el escritor con el don para la escritura con mayor o menor talento, pero siempre será una condición innata, que no depende de la voluntad del escritor, de quienes le rodean ni de una escuela, academia o universidad. Se nace o no se nace para escritor.

2ª El escritor vive lo suficiente como para desarrollar sus condiciones innatas para la escritura y adquirir las técnicas literarias por alguna de las vías alternativas posibles:
a) Con la ayuda de otro escritor.

b) Con el auxilio de una agrupación de escritores del tipo taller literario.

c) Por su estudio como autodidacta.

Téngase en cuenta que ninguna escuela forma escritores de ficción, sea de nivel elemental, medio o universitario. No es lo mismo aprender gramática, lingüística, técnica de redacción, estilística y otras materias afines que desarrollar académicamente el don para la escritura como sí ocurre con músicos, actores, artistas plásticos y otras disciplinas del arte para las cuales desde luego también se nace o no se nace.

3ª El escritor acumula vivencias como ser social en el mundo que lo rodea. Fíjense que sostengo abiertamente que solo muy excepcionalmente una persona que no ha llegado a una edad determinada que propicias su madurez en todos los sentidos o bien ha vivido en pocos años con intensidad, podría lograr obras de importancia al menos en temas que requieren de la experiencia directa o indirecta de tal manera que sirvan como materia prima para la producción literaria.

4ª Es impactado mentalmente por ciertos fenómenos de carácter físico o psíquico (participa en una guerra, es abandonado por la pareja que ama realmente, es despreciado por varios amigos o un grupo social, tiene un sueño que le parece revelador, sostiene una discusión con alguien; en general: cualquier experiencia que conmueve su vida) y esos fenómenos se convierten para él en causa generadora de un efecto creativo o sea en materia prima de la obra literaria.

Alerto que los fenómenos físicos o psíquicos que experimenta un escritor también suelen ser experimentados por cualquier otra persona que no nació con el don de la escritura. Pero lo que sucede es que el escritor tiene una condición artística innata y ante fenómenos comunes y corrientes puede descubrir aristas que una mentalidad no artística es incapaz de observar.

5ª El impacto mental le origina una crisis de conciencia que lo conduce a  representarse dentro de su cerebro los fenómenos observados pero no en su sentido natural sino artístico. Y lo artístico posee dos componentes:

a) Una realidad histórica, que es lo que sucede en el mundo físico en que vivimos.

b)  Una realidad imaginal o ficcional, que es lo que sucede en la mente del artista en relación con esa realidad histórica.

Ahora bien, representarse dentro de su cerebro todavía no quiere decir escribir el texto sino más bien planear la escritura, proponerse convertir en texto escrito aquello que se encuentra dentro de su mente de escritor.

6ª La siguiente etapa ya es más concreta pero también más específica de cada autor, sea cual fuere su nombre (Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges o Juan Pérez): todo escritor elabora un plan de su obra futura.

El plan de la obra futura no necesariamente tiene que ser escrito. El plan puede estar dentro de la mente del escritor, e incluso puede estar dentro de su inconsciente (para usar un término freudiano). Lo que estoy diciendo con esto es que no existe una inspiración metafísica, no existe una escritura que antes no haya sido pensada por el escritor en algún nivel de pensamiento (consciente, subconsciente o inconsciente) partiendo no de la nada, sino de alguna realidad histórica.

7ª Luego del plan ya sí viene la ejecución, la escritura física, porque si el plan no se ejecuta mediante el acto de la escritura, resulta obvio que no existe obra artística. Será una intención o un deseo, pero jamás un texto.

Cada autor escribe no sólo como quiere, sino también como puede. Cada escritor concreto posee herramientas particulares, incluso algunas inventadas por él mismo basándose en la experiencia de otros. Yo mismo tengo las mías en mi taller de fabricar historias, que a veces comparto con otros si considero que vale la pena, aunque en ocasiones decido mantenerlas en secreto.

Finalizo diciendo que:

a) No hay obra de ficción que no se parezca a su autor.

b) La ficción nace de la realidad real y de la realidad mental del escritor, por una simbiosis dialéctica de ambas.

c) El autor es dueño absoluto de su creación: no se la dicta una mente misteriosa, un duende ni una potencia divina, sino que surge de la aplicación de un don innato (que ese sí puede habérselo dado Dios) con la ayuda de un talento adquirido.

d) No se puede ser buen escritor de ficción si no se aprende la técnica literaria de la narrativa o la técnica literaria de la poesía.

Imagen de cubierta de mi novela breve El andén del destino

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

Pueden leerse sus libros más recientes que está publicando de manera exclusiva con la editorial Libros Café Criollo con sede en Estados Unidos en su página de Autor Central en Amazon: 

https://www.amazon.com/author/andrescasanova

Sus blogs literarios se encuentran en:https://escritorandrescasanova.wordpress

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CONTAR ES UN CUENTO DE CAMINOS

¿Qué sentido tiene en realidad la narrativa (cuentos y novelas; ambos textos de ficción)? Mientras la está escribiendo, sólo le importa al escritor; en esos momentos, el supuesto lector no es más que un ente ficticio, alguien a quien el escritor desconoce.

La experiencia más amarga es cuando falta el tiempo para la escritura, la que en  cierta medida llega a convertirse en un vicio, en una adicción. Quien escribe las primeras líneas de un cuento o una novela, ya no puede prescindir de tales géneros literarios, sobre todo cuando recién iniciado en esta especie de condena va descubriendo que no basta juntar palabras, que existe una cierta técnica en realidad no escrita, porque cada escritor tiene su técnica en particular, cada autor se crea sus propias herramientas y aunque a otros no les sirvan, a él le parecen perfectas.

Dejo de lado la reflexión acerca de cuando el escribir se convierte en un oficio. Vale decir, es un oficio porque hay que realizarlo por obligación, para ganar el sustento cotidiano. En cambio, mientras se escribe por placer, o porque se piensa que se nació para escribir, o en busca de fama, todo es excelente: el proceso de escritura se convierte en un placer.

Lo problemática es cuando se debe escribir por la necesidad de ganar dinero con lo escrito, aunque ya esto se sale del terreno de la literatura en su estado de pureza convirtiéndose en un vulgar oficio.

Lo primero que descubre de manera intuitiva el escritor que recién se inicia, es la existencia del narrador. Cuando esto sucede, ya casi se es escritor, es decir, al comprender que si uno va a ingresar en esta especie de club de adictos a la escritura no siempre puede ser la misma persona, no todo lo que va a contar o a narrar va a hacerlo uno mismo. De aquí que sin leer ningún manual de técnica literaria, cuando uno se convence de que jamás el narrador es el escritor se halla a un paso de empezar a escribir ficción.

Es esto lo otro que debe descubrir un escritor, que lo que va a escribir, que todo lo que escribirá, no será más que ficción. Si se me permite decirlo así, el escritor se desdobla en un narrador mientras vive su vida literaria como si fuese un director teatral. Entonces debe saber (o más que saber, imaginar) que mientras escribe, en realidad está dirigiendo a un grupo de actores, quienes se encuentran en una sala teatral o en un espacio abierto, pero siempre delante de un público que aceptará como una convención que lo que está viendo (lo que está leyendo en realidad) es verdad, mientras el director teatral sabe que simplemente lo que hacen sus actores es inventar una realidad otra, una realidad que ciertamente no está en el mundo donde se halla el público, sino una realidad que se encuentra en un espacio paralelo, en un espacio fabular, en una realidad que el director teatral (el escritor vale decir) está inventando por decirlo de alguna manera.

Entonces, quien esté a punto de convertirse en escritor acaba por aceptar que existe una interrelación entre el escritor (director teatral y dramaturgo en mi ilustración literaria), el narrador (el director de escena en la comparación que realizo) y los personajes (actores, en este símil con que vengo comparando el acto de la escritura).

Como ven, en el momento de la escritura no entra para nada la influencia del lector. Todo lo que se escribe es absoluta responsabilidad del escritor. Y digo más: el proceso de escritura de la narrativa de ficción (recalco: cuento y novela) constituye una sucesión de actos psíquicos y no un resultado de la llamada inspiración.

Imagen de cubierta de mi novela Cazamujeres

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

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NOTA INTRODUCTORIA SOBRE LA TÉCNICA NARRATIVA

Coincido con Ricardo Repilado cuando plantea que “…la técnica no vale (…) nada si no está al servicio de la visión de un (…) artista [y éste] no puede llegar a ser tal (…) sin un considerable dominio de la técnica”. [En Repilado, Ricardo; Cosecha de dos parcelas, página12]. Pudiera refutárseme que la técnica no es el todo en una obra de arte, pero no es bueno olvidar que la más moderna narrativa ha ido avanzando a la par con el desarrollo de las restantes artes, la ciencia y la técnica, y el escritor que en esta época desconozca al menos algunos rudimentos de la técnica narrativa más reciente, evidentemente estará en franca desventaja con respecto a otro que sí la domine, para lograr una obra narrativa de elevada calidad.

Con lo dicho (y lo que diré más adelante en todos los artículos sobre técnica narrativa) no tengo el propósito de sentar cátedra en una materia sobre la que mucho se ha investigado y escrito, sino simplemente servirá a los fines de dar a conocer una serie de reflexiones personales en materia de técnica narrativa, que he ido elaborando mientras leo y escribo mi propia obra.

Por último, advierto al lector que sustento todos mis criterios en dos presupuestos:


1. Toda época tiene su propia técnica narrativa. Así, en la época de Balzac por ejemplo, era válida una técnica que hoy ha sido superada y por tanto, quien pretenda escribir a tono con nuestra época deberá aprender, al menos, los rudimentos de la técnica actual. Lo que equivale a decir que en un futuro los escritores tendrán que crear la técnica de su tiempo.


2. La teoría sobre la técnica se fundamenta en obras hechas. Vale decir: los teóricos analizan las obras y descubren elementos técnicos, no al revés. Porque quienes escribimos sentimos a veces la necesidad de romper cánones y moldes establecidos, ya que los percibimos como una ropa muy estrecha, y entonces damos vuelo a la imaginación e introducimos innovaciones. Por tanto, la técnica “no vale nada” por la técnica en sí misma, sino que debe encontrar su aplicación en una obra concreta.

Imagen de cubierta de mi poemario Otra punta del iceberg

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

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ALGUNOS ELEMENTOS TÉCNICOS DE LAS OBRAS DE FICCIÓN NARRATIVA

En el centro de todo discurso narrativo de ficción existen tres factores determinantes para una adecuada comunicación:

a) El autor, especie de dios o demiurgo de la creación.

b) El narrador, instrumento creado por el autor que sirve de transmisor de sus ideas.
c) El lector, que evalúa y juzga el discurso narrativo.

Me limitaré en este artículo a tratar aspectos muy importantes que debe conocer el lector para juzgar adecuadamente cualquier discurso narrativo de ficción, entre los que incluyo la novela y el cuento como géneros abarcadores de toda una gama posible de variantes que en la actualidad han dado por definirse con diversos nombres, tales como minicuento, relato, noveleta y más modernamente relacionado con la técnica informática, el hiperrelato o hipertexto.

Para comenzar, debiera establecerse que en toda obra narrativa de ficción existen dos grandes compartimentos que sin estar absolutamente separados uno del otro, cada uno en particular tienen sus propios estatutos o reglamentos y a la vez elementos constitutivos. Estos compartimentos son lo extraliterario y lo literario.

En lo extraliterario entran todos aquellos elementos ajenos a la obra narrativa en sí misma pero que en un momento determinado interactúan con ella. Para que se tengan en cuenta durante futuras lecturas, enumero los más importantes:

-El autor, que crea la trama partiendo de una historia real o imaginaria pero siempre como reflejo de la realidad que él vive. Es por tanto dueño absoluto y responsable directo de su obra.
-El lector, que por algún motivo cualquiera lee la obra y adquiere sobre ella el derecho de juzgarla, aceptándola o rechazándola. El crítico literario es una forma de lector más especializado, pero a  fin de cuentas un lector igual que otro, con su ideología, idiosincrasia, prejuicios y gustos formados en un medio histórico-social concreto, de la misma manera que el autor.

-El tiempo histórico, que es aquel en que viven tanto el autor como el lector de una manera concreta, y por tanto pertenece a una determinada formación histórico-social que tiene su ideología dominante.

Dentro del tiempo histórico podríamos distinguir diferentes variantes constitutivas en distintos países, pero que no podrían separarse de este concepto general. Así, mencionamos el tiempo cultural para referirnos a la cultura dominante en un período dado y que influirá tanto en el autor a la hora de escribir su obra como en el lector en cuanto a juzgarla.

No sería lo mismo escribir una novela cuando los valores culturales admitidos pasan por lo campesino que cuando se tamizan a través de lo citadino. Como tampoco escribiría de igual manera un autor que está influenciado por la cultura parisina que aquel que vive en un municipio cubano del llamado interior del país, donde existen una serie de prejuicios de índole supraestructual (étnicos, raciales, religiosos, políticos, etcétera) quizás inexistentes en París o en otra ciudad que se tome como base comparativa.

Por las mismas razones, no juzgarían de igual manera la obra escrita por un autor dos lectores que viven en diferentes lugares, porque sobre cada uno ejerce una gran influencia esto que llamo de una manera un tanto elíptica el tiempo cultural.

El espacio real es un elemento a considerar al evaluar nuestras lecturas y podemos definirlo no solo como el lugar concreto donde se escribe o se lee una cierta obra narrativa, sino además el lugar donde se ha formado ese individuo concreto y que podría abarcar uno o varios espacios geográficos.

Así, para un mismo tiempo histórico pueden presentarse diferentes variantes del espacio real tanto para el autor como para el lector. Podrían haber nacido en un espacio subdesarrollado y formarse en un espacio desarrollado. El traslado a un espacio desarrollado puede ocurrir durante la niñez, la adolescencia o la madurez. Pero podrían haber nacido en un espacio desarrollado y formarse en un espacio subdesarrollado.

También tiene influencia sobre el espacio real la formación político-social que sea dominante en el mismo, y de igual manera la cultura dominante o lo que podríamos distinguir como el espacio cultural, entendiendo por este último concepto como el lugar o los lugares concretos bajo un sistema cultural dominante que ejercen influencia sobre el autor o el lector.

Podríamos aún enunciar algunos conceptos complementarios tales como:


-Tiempo del escritor: época en la cual vive el autor.

-Tiempo de la escritura: cantidad de tiempo cronológico y psicológico que emplea el autor para escribir su obra.

-Tiempo verbal: el empleado en las diferentes oraciones en correspondencia con las reglas lingüísticas y que se resumen en pretérito, presente y futuro con sus distintas variantes.

Como conclusión, podemos decir que el conocimiento de lo extraliterario en una obra narrativa concreta ayuda a juzgar con más acierto lo literario.

La narrativa de la que aquí vengo tratando dije al principio que es la de ficción, y por lo tanto de lo que habla este tipo de narrativa es de hechos imaginados y creados por el autor, dispuestos de tal manera en una trama no que sean verdad (que es una categoría de lo extraliterario) sino que resulten verosímiles (creíbles, aceptables) por el lector. Téngase en cuenta que la verosimilitud es una categoría de lo literario y como tal debe evaluarse.

De aquí que aun cuando pueda existir y de hecho existe una cierta correlación entre lo extraliterario y lo literario, lo primero es una realidad tangible en sí misma, con sus propias leyes físicas, económicas, políticas y sociales, es decir, leyes objetivas. Sin embargo, lo literario tiene también sus leyes particulares pero que tienen su fundamento en lo subjetivo del autor y del lector y no en lo objetivo del mundo que nos rodea.

Abundando en este concepto de lo extraliterario, diremos que sus leyes pasan por un proceso psicológico tanto del emisor (autor) como del receptor (lector), de manera tal que eso que algunos críticos llaman mensaje del contenido (para mí en realidad, un proceso de comunicación) depende tanto de la interpretación subjetiva que hace el autor acerca de la realidad real como de la interpretación subjetiva que realiza el lector acerca del texto narrativo.

Sentados estos precedentes, enumero los elementos más importantes de una obra narrativa:


-El narrador, que es el sujeto de la ficción del que se vale el autor para contar una serie de eventos ordenados como una trama, de manera que resulten verosímiles.

-El narratario, que es el elemento de ficción al que dentro de la trama, desde el punto de vista literario, va dirigido el discurso narrativo. Conceptualmente, es una función obligatoria en todo texto aunque su presencia no esté marcada, es decir, no resulte evidente su presencia.

-El tiempo fabular o de la acción, un elemento de ficción más que es aquel dentro del cual se mueve la trama que viene contándole el narrador al narratario. Se diferencia del tiempo histórico (que es siempre lineal, del pasado al presente al futuro) en que puede organizarse de muy diversas maneras y por lo general no se ajusta a las secuencias cronológicas de la vida real.

-El espacio fabular, que es el lugar de la ficción donde se desarrollan las acciones que dan lugar a la trama.

El manejo del tiempo en las diferentes escenas de un texto narrativo crea una cierta atmósfera, un cierto transcurrir más lento o más acelerado en dependencia de las circunstancias que se están narrando. No es lo mismo describir un paisaje (momento del relato en el debe darse la sensación de que el tiempo se detiene) que contar una pelea de perros (ocasión que debe comunicársele al lector la sensación de que todo transcurre en infinitesimales fracciones de segundos). Podríamos entonces designar esta variante de lo temporal como tiempo atmosférico, pero sin olvidar que no se trata de una categoría independiente del tiempo fabular.

El espacio fabular o novelesco es aquel que se nos presenta dentro del texto narrativo y que el lector acepta con unas leyes propias que son independientes del espacio real.

En un  espacio fabular determinado, los personajes podrían levitar, tener muelles en lugar de pies o estar facultados para regenerar a voluntad sus brazos e incluso crear miembros corporales totalmente nuevos, siempre que tales acciones resulten verosímiles para el espacio fabular de una obra narrativa concreta.

Por lo tanto, de lo que trata lo novelesco es de una realidad literaria sin las ataduras de la realidad real, donde todo es posible siempre que resulte verosímil para el lector.

Los actantes van más allá del concepto de personaje porque más que meros actores que representan a seres humanos están referidos a determinadas funciones necesarias dentro del terreno de las acciones que deben existir para que haya trama. Entonces, diremos que lo actancial es la función narrativa que cumple cada personaje, por decirlo de tal manera que complazca a los amantes de las definiciones. Yo prefiero decir que un personaje es válido en una obra  narrativa si realmente cumple una función lógica y entonces se trata de un actante, bien esté representando dentro de la trama a un ser humano, a un animal o a otro elemento de la naturaleza, como un árbol o un maremoto, por ejemplo.

Del concepto de actante se deduce que el personaje Juan en una novela no sería más que un nombre aunque lo describiésemos física y psicológicamente, y solo pasaría a ser actante cuando deje de ser mero relleno para justificar páginas y sirva por ejemplo para llevarle un mensaje al protagonista de la trama diciéndole que vienen tres asesinos a acabar con su vida.

Otro ejemplo: En un cuento, un ratón será actante si por haberse comido un pedazo de queso provoca que el gato comience a perseguirlo. La función actancial del ratón en esta supuesta trama sería comer queso (se comporta como agresor), la función actancial del queso es ser comido (agredido) y la función actancial del gato perseguir al ratón (defensor del agredido u ofendido).

El concepto de actante evita al autor que acepta tal presupuesto de la teoría literaria de narrativa, crear personajes irrelevantes y gratuitos.

El asunto que narra un texto no puede confundirse con el tema. El tema es lo general (el amor, la pasión, el sexo, la muerte) en tanto el asunto es lo particular que trata una obra narrativa concreta por cada tema elegido en estos cuatro ejemplos de temas (el fracaso matrimonial de una pareja que juró durante el noviazgo amarse hasta la muerte; una mujer es incapaz de olvidar a un hombre que no la ama; la violación que comete un médico drogando a una paciente; la pérdida de la mujer amada por culpa de un accidente del tránsito).

Con estas consideraciones estoy advirtiendo que durante la lectura de una obra narrativa resulta importante delimitar primero el tema y luego el asunto para estar en condiciones de enjuiciar adecuadamente dicha obra.

Una escuela en lo educativo es el lugar que sirve para enseñar ciertas disciplinas a un grupo de educandos por parte de los maestros o profesores. Una escuela en lo artístico designa determinada corriente creativa que partiendo de un  maestro (figura cimera y representativa) genera detrás de sí una cierta cantidad de epígonos (seguidores).

Por ejemplo, el barroco cubano en la literatura sin lugar a dudas es una escuela literaria que parte de un maestro como Alejo Carpentier. Aun cuando antes hubo otros cultores de esta corriente, fue él quien llevó a la novelística contemporánea de Cuba el decir recargado en lo lingüístico y el afán por mostrar paisajes exóticos con un lenguaje desbordado de imágenes y de palabras rebuscadas.

No quiero mencionar otras posibles escuelas literarias porque para mí este concepto siempre sería totalmente discutible, el que más atañe desentrañar a la historia literaria que a la narratología porque, ¿quién es el maestro americano del modernismo, Martí o Darío? Para la narratología, esto carece de relevancia: lo importante es saber que existen el barroco, el modernismo, el clasicismo, etcétera, que todas han sido y serán corrientes de la vanguardia en una determinada época concreta y en un país específico.

Solo he apuntado conceptos muy elementales que pertenecen al campo de la narratología, ciencia que se encarga de estudiar el nivel diegético de los discursos, que es el nivel que despliega o pone de manifiesto la sintagmática de las acciones. Otras disciplinas que ayudan a la narratología como instrumentos de trabajo son la lingüística, la semiótica, el estructuralismo, la hermenéutica y la estadística.

Invito a los lectores a indagar en textos más amplios sobre el tema, los cuales los llevarán a descubrir los elementos técnicos de que se valen los escritores para fabricar sus obras narrativas, aunque yo en su momento compartiré algunos artículos que ponen de manifiesto cómo los he utilizado para crear algunas de mis novelas.

Imagen de cubierta de mi novela breve La doble vida de Agustín Machado

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

Pueden leerse sus libros más recientes que está publicando de manera exclusiva con la editorial Libros Café Criollo con sede en Estados Unidos en su página de Autor Central en Amazon: 

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LA ESTRUCTURA DE LAS OBRAS DE FICCIÓN NARRATIVA

La estructura de una obra de ficción narrativa consiste en distribuir y ordenar el discurso narrativo que reproduce una trama de forma que los lectores a quienes va dirigido puedan comprenderlo. El oficio de la creación de obras de este tipo sigue aproximadamente los siguientes pasos: el autor selecciona un tema, imagina el argumento, elige el narrador y su perspectiva, y finalmente dispone la trama de manera que el discurso narrativo resulte coherente.

Los componentes de este elemento resultan variados y pueden citarse entre otros:

-La división en capítulos (numerados o no), partes o secciones.

-Las referencias retrospectivas o acciones de la trama que suceden en el tiempo pasado fabular.
-La velocidad del tiempo fabular (más lento o más rápido).

-Las referencias a hechos que ocurrirán en el tiempo futuro fabular.

-Los escenarios o espacios fabulares de la narración.

-El foco de la narración (un personaje solo o varios a la vez, un grupo sin nexos familiares o una familia, un árbol o un bosque, un animal o una manada, por ejemplo) en dependencia del punto de vista del autor.

La novela El tamaño del infierno del mexicano Arturo Azuelaestá estructurada de forma tal que el relato acerca del regreso de un exbandolero llamado Jesús al seno de su familia, nos incita a leer de un tirón toda la obra con el objetivo de conocer a ese personaje, y aun cuando el narrador demora el momento, continuamos leyendo porque no decae el interés, tanto por lo que está ocurriendo como por lo que va a suceder.

De aquí podemos concluir que la función de la estructura en las obras de ficción narrativa es despertar el interés del lector por saber qué va a suceder; una vez despertado el interés, se ha ganado la batalla inicial por parte del escritor, que consiste en lograr que el lector no abandone la lectura. Y a lograrlo, contribuye mucho más el cómo se narra que el qué se narra.

Esta última afirmación no pretende situar la forma por encima del contenido, sino todo lo contrario: alertar que el cómo se narra no es un aspecto simplemente formal que pueda dejarse de lado. Es precisamente la conjunción del contenido con la forma, para expresarlo de alguna manera que aun cuando puede parecer pedante, resulta muy útil aprender.

En resumen: para estructurar adecuadamente una obra narrativa, deberá tenerse en cuenta que:
-No siempre lo que funciona en la vida real, es funcional en el discurso narrativo.
-La descripción y la acción deben de conjugarse armónicamente para lograr el interés del lector.
-El contenido específico de cada obra de ficción narrativa debe de organizarse en la forma que mejor lo exprese, pues de lo contrario la obra puede resultar desestimada por los lectores.

Imagen de cubierta de mi libro Mis cuentos pecaminosos

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

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BREVE CONSIDERACIÓN EN TORNO AL PUNTO DE VISTA

La narración es una ficción mediante la cual le sugerimos al lector que existe un tal Fragoso Cuartas, negro cual el ébano, de mirada triste y andar acaracolado, bebedor como su padre, amigo de pulsear con los más fuertes, y de inmediato el lector (uno o varios) querrá conocer qué ocurrirá con nuestro personaje, a sabiendas de que no forma parte de la realidad que a él le rodea. Sin embargo, el autor no es una ficción. El autor tiene su ideología, su idiosincrasia e intereses personales (lo que Renato Prada Oropesa define como “estatuto”). Y quiéralo o no, independientemente de su voluntad, en la obra que elabore aparecerán su ideología, idiosincrasia e intereses personales.

Por tanto, no como una cuestión semántica, sino conceptual, deseo distinguir entre el llamado punto de vista y la perspectiva.

Lo real en una obra narrativa es el autor. Lo ficticio, porque éste lo crea, es el narrador, el cual tiene su propio estatuto. Del autor es el punto de vista, concepto que defino como la forma en que refleja el autor el mundo real a través de la narración o mundo presentado, este último una pura ficción por más realista que le pueda parecer a uno o a todos los lectores que determinen leerla. Por lo tanto, el punto de vista no es un elemento técnico, sino una realidad extraliteraria. El narrador no tiene punto de vista sino perspectiva, elemento técnico que será tratado más adelante.

Imagen de cubierta de mi novela Atrapados por el vicio

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

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EL CONCEPTO DE NARRATARIO

Para formular la teoría de que en toda narración existe un narratario además de un narrador, apelo al argumento de la lógica: si existe narración es porque alguien narra y a ese alguien le hemos llamado narrador o sea:

El narrador es el sujeto ficticio de la narración que cumple las funciones de describir: el espacio, el desarrollo del tiempo, los personajes y sus acciones, como expliqué en un artículo anterior.

Pero si existe un sujeto de la narración es porque también existe un objeto de la narración. Al objeto de la narración se le llama de manera convencional narratario, tal como lo ha nombrado la narratología y se define de la siguiente manera: objeto ficticio de la narración que justifica la existencia de la misma.

Si como dijimos, el narrador es construido por la propia narración, entonces el narratario también debe su existencia a la narración porque “no hay sujeto sin objeto”; y si partimos de que el narrador es quien refiere el relato, hay que preguntarse: “¿a quién se lo refiere?”.  La respuesta más general dentro de la lógica es “a alguien”, y ese alguien es lo que llamamos narratario de manera convencional.

Existen dos tipos de narratarios:

a) Marcado: cuando el narrador señala en algún momento y de cualquier manera a quién se está dirigiendo su narración. Tal es el caso del cuento Tonto, de Julio Cortázar, que puse como ejemplo en el artículo anterior. En dicho cuento, el narratario es el ñato.

En el cuento En verdad os digo, de Juan José Arreola, el narratario es marcado. En el mismo, el narrador se dirige a “Todas las personas interesadas en que el camello pase por el ojo de la aguja”.

Véase el fragmento inicial:

«Todas las personas interesadas en que el camello pase por el ojo de la aguja, deben inscribir su nombre en la lista de patrocinadores del experimento Niklaus (…).» 

b) No marcado: cuando el narrador no se preocupa por señalar a quien le narra.

Cuando se leen muchos cuentos, se puede apreciar que en la generalidad de los mismos el narratario es no marcado, pues el narrador refiere su narración en general para quien desee leerla. Por ejemplo en Los ojos de Celina, Bernardo Kordon, se puede apreciar el siguiente fragmento:

“En la tarde blanca de calor, los ojos de Celina me parecieron dos pozos de agua fresca. No me retiré de su lado, como si en medio del algodonal quemado por el sol hubiese encontrado la sombra de un sauce. Pero mi madre opinó lo contrario: “Ella te buscó, la sinvergüenza.” Estas fueron sus palabras (…)”.

También en el siguiente fragmento de Mi hijo el asesino, de Bernard Malamud:

“Se despierta sintiendo que su padre está en el pasillo, escuchando. Le escucha cuando duerme y sueña. Le escucha cuando se levanta y busca a tientas los pantalones. Cuando no se pone los zapatos. Cuando no va a la cocina para comer algo. Cuando se mira al espejo con los ojos cerrados. Cuando está sentado una hora en el retrete. Cuando hojea las páginas de un libro que no puede leer. Escucha su angustia, su sole­dad. El padre se queda plantado en el pasillo. El hijo oye que está escuchando (…).”

Así como en el siguiente fragmento de Un creyente, de George Loring Frost:

«Al caer la tarde, dos desconocidos se encuentran en los oscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo (…)».

Termino diciendo que me parece atinado el criterio de Renato Prada Oropesa, quien considera que marcar o no al narratario define el vocabulario, las acciones de los personajes y las posibles interpretaciones de las mismas. Es decir, marcar o no al narratario obliga al narrador a una composición discursiva determinada pues no es lo mismo dirigirse a un narratario en general (no marcado) que de manera específica a un cierto narratario (marcado).

Imagen de cubierta de mi novela Fiesta con Havana Club

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

Pueden leerse sus libros más recientes que está publicando de manera exclusiva con la editorial Libros Café Criollo con sede en Estados Unidos en su página de Autor Central en Amazon: 

https://www.amazon.com/author/andrescasanova

Sus blogs literarios se encuentran en:https://escritorandrescasanova.wordpress.com

https://escritorandrescasanova.blogspot.com/

EL NARRADOR NO ES EL AUTOR PERO TIENE SUS HUELLAS

Aunque la teoría narratológica establece de manera absoluta que el narrador no es el autor, a mí por lo menos no me caben dudas que al narrador lo crea el autor y por lo tanto en los diferentes narradores que surgen de la mano de un mismo autor habrá siempre aspectos comunes: el estilo personal de escribir, las experiencias vitales que ha tenido, su forma de pensar, etc. Siguiendo atentamente al narrador se podrá llegar a cómo piensa el autor.

Es decir, que aunque el narrador no es el autor, el primero influye en el tipo de construcción del relato aunque el segundo determina la interpretación del mismo por parte del lector.

Ya expliqué la influencia del narratario en la construcción del relato y en el caso de los lectores, resulta evidente que los más cultos y a la vez más entrenados en la técnica literaria, estarán en mejores condiciones de acercarse a las verdaderas intenciones del autor con cada uno de sus diferentes relatos.

Sin embargo, los menos entrenados en la lectura se perderán en falsas hipótesis, llegando a erróneas o falsas interpretaciones del relato que terminan de leer.

Imagen de cubierta de mi  novela Hoy es lunes

(*) Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.

Pueden leerse sus libros más recientes que está publicando de manera exclusiva con la editorial Libros Café Criollo con sede en Estados Unidos en su página de Autor Central en Amazon:  https://www.amazon.com/author/andrescasanova

Sus blogs literarios se encuentran en:

https://escritorandrescasanova.wordpress.com

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Blog del escritor Andrés Casanova

DOSSIER DEL ESCRITOR ANDRÉS CASANOVA

 

El Escritor

CURRICULUM LITERARIO:

El escritor Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Fue seleccionado al premio artístico-literario Catania Duomo 1995 auspiciado por la Academia Ferdinandea de Ciencias, Letras y Artes con sede en Italia. Textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países y está antologado en Poesía Cubana Hoy, Editorial Grupo Cero, Madrid, 1995; Cuaderno de poesía, Editorial Sornabique, Béjar, España, 1996; A través del tiempo, Ediciones ALAN, Barcelona, España, 1996; De Cuba te cuento, Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2002; He visto pasar los trenes, Editorial Letras Cubanas, Cuba, 2013; Te veré en el clímax y otros relatos pecaminosos, Pukiyari Editores, Estados Unidos, 2014; y Niebla en el horizonte, Editorial Círculo Rojo, España, 2017. Reside en Las Tunas, Cuba.

Libros publicados en el género novela: Hoy es lunes (Editorial Letras Cubanas, 1995); Tormenta tropical de verano (Editorial Sanlope, Las Tunas, Cuba, 2000; Ediciones Coyoacán, México, 2003; Editorial Emooby, Portugal, 2011; Libros Café Criollo, Miami, 2019); Las trágicas pasiones de Cándida Moreno (Editorial Sanlope, 2001; Editorial Emooby, Portugal, 2011); La jaula de los goces (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001; Editorial Emooby, Portugal, 2011); La fiebre del atún (Editorial Oriente, 2005); Las nubes de algodón (Editorial Sanlope, 2005); No somos aquellos niños (Editorial Sanlope, 2007); Atrapados por el vicio (Editorial Emooby, Portugal, 2011; Libros Café Criollo, Miami, 2020); Canción desde la huída (Editorial Amarante, Salamanca, España, 2012); Onán en busca de la mujer perfecta (Editorial Amarante, Salamanca, España, 2012); Fiesta con Havana Club (Editorial Amarante, Salamanca, España, 2011; Editorial Guantanamera, España, 2018); y Cazamujeres (Libros Café Criollo, Miami, 2019).

Libros publicados en el género cuento: El reloj, ese asesino (Editorial Sanlope, 1991); Pequeñas historias memorables (Editorial Sanlope-Publicigraf, 1994; Editorial Emooby, Portugal, 2011); Ángel el desalmado y otras historias, (Trazos literarios, España, 1995); Ficciones de la Cuba Mía (Editorial Sanlope, 2014); Mis cuentos pecaminosos (Libros Café Criollo, Miami, 2020) y Creerse parte del mundo (Libros Café Criollo, Miami, 2020).

Libros publicados en el género relato: El andén del destino (Libros Café Criollo, Miami, 2019); y La doble vida de Agustín Machado (Libros Café Criollo, Miami, 2020); y Confesiones de Larry Díaz (Libros Café Criollo, Miami, 2020).

Libros publicados en el género poesía: Poemas desde mi cumbre (Editorial Baldíos en la Lengua, Argentina, 2018); Otra punta del iceberg (Libros Café Criollo, Miami, 2019); y Esta casa de locos que es la ciudad (Libros Café Criollo, Miami, 2020).

Libros publicados en el género ensayo literario: CÓMO ESCRIBIR TUS CUENTOS Y NOVELAS (Recursos para autores que inician su carrera literaria) (Libros Café Criollo, Miami; 2019).