La culpa de que yo sea novelista la tiene el escritor cubano José Soler Puig: lo digo desde luego en el sentido de agradecimiento a ese que se encuentra entre los grandes de la literatura cubana.
A inicios del año 1980 venía con frecuencia a nuestra ciudad del oriente cubano (Las Tunas) el santiaguero (y por tanto también oriental como los tuneros) José Soler Puig, en lo que considero la época dorada de los talleres literarios en Cuba.
Me había graduado tres años antes como Ingeniero Mecánico pero la literatura continuaba siendo mi verdadera vocación, por lo que trataba de suplir mi error al estudiar una carrera que no formaba parte de mis intereses profesionales, con muchas lecturas importantes y con mi ingreso al Taller Literario Cucalambé que presidía el escritor Antonio (Tony) Gutiérrez Rodríguez y cuyo especialista era el también escritor Carlos Tamayo.
En una de aquellas visitas de Soler Puig, luego de una extensa sesión de lecturas que el escritor santiaguero escuchó con suma atención y respeto, nos fuimos a almorzar como parte de aquel evento y nos sentamos a la mesa de varios comensales con José Soler Puig. En una charla informal, refiriéndose a Guillermo Vidal, Ramiro Duarte, Gustavo Alonso y a mí, dijo: “Ustedes cuatro, más que cuentistas, son novelistas”.
Aquello impactó mi vida. Una y otra vez venía a mi memoria la declaración de Soler y entre creerlo y no creerlo, comencé las primeras cuartillas de mi novela NO SOMOS AQUELLOS NIÑOS, mi ópera prima en realidad aunque sería publicada luego de otras escritas con posterioridad, novela de aprendizaje cuyos capítulos iba compartiendo con otros escritores de nuestro círculo literario, quienes me ofrecían a veces opiniones contradictorias. De aquella experiencia saqué la siguiente enseñanza: no debe uno jamás mostrarle sus creaciones a nadie, absolutamente a nadie, hasta tanto esté convencido uno mismo de que ya no tiene más defectos que eliminarle ni más partes que agregarle.
Después vinieron otras lecturas y otros aprendizajes. Algo que me ayudó mucho a conocer la técnica narrativa desde un punto de vista simple y práctico de aquellas conversaciones con Soler, fue un método que nos sugirió en algún momento. Consiste en seleccionar a nuestro gusto tres libros de tres autores diferentes y comenzarlos a leer los tres a la vez una cantidad igual de páginas de manera alterna. Cuando se termina esta primera ronda de lecturas de las tres novelas por completo, se les asigna un orden a nuestro entender a cada una y se leen por completo en ese orden (1-2-3); luego estos órdenes se permutan (una lectura en el orden 2-3-1; y otra en el orden 3-2-1). Finalizado este ejercicio sin tomar nota alguna, sino como si se estuviera leyendo por simple diversión, se realiza una ronda final de lectura en el orden 1-2-3, pero esta vez con fines de aprendizaje, tomando notas de aquellas cuestiones que nos parezcan aplicables a nuestra psicología e intereses como escritor. Realmente, se aprende mucho más sobre las técnicas narrativas con este método, que leyendo diez tratados teóricos sobre el tema.
Imagen de cubierta de NO SOMOS AQUELLOS NIÑOS(*)
Andrés Casanova (Las Tunas, Cuba, 1949) es narrador, poeta, autor de guiones radiales dramatizados y ha incursionado en la escritura de guiones cinematográficos; miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido importantes premios nacionales e internacionales y textos suyos han sido publicados en revistas literarias de varios países. Está antologado en diversas selecciones de narrativa y poesía y ha publicado novelas, libros de cuentos, de poesía y ensayos literarios con editoriales de Cuba, México, España, Portugal y Argentina. Reside en Las Tunas, Cuba.
Pueden leerse sus libros más recientes que está publicando de manera exclusiva con la editorial Libros Café Criollo con sede en Estados Unidos en su página de Autor Central en Amazon:
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Sus blogs literarios se encuentran en:
escritorandrescasanova.wordpress.com 